Dublín
Dublín ha cambiado una barbaridad. Si hace apenas unas décadas sus habitantes se peleaban por conseguir el vuelo más barato para huir del país, hoy en día, si uno se pasea por O’Connell, Grafton Street, Howth, Malahide o incluso por el Coombe, nadie diría que éste país se hallaba en la retaguardia de Europa hace apenas una década.
Si miramos al presente, la imigración es mucho más alta que el número de gente que escapa de la Guinness y la patata y el gobierno ha aprovechado toda esa ingente manada de euros para levantar una ciudad limpia y alejarse de la cutrez que la había simbolizado.
Los precios, por supuesto se disparan, y posiblemente se trate de una de las ciudades más caras de Europa en estos momentos. Hoy en día, no es fácil encontrar una cerveza a menos de 4 euros, un plato a menos de 10, el vino más rancio y cutre a menos de 5 e incluso los billetes de autobús valen a casi los dos euros.
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